Comenzamos nuevo curso. Nueva ley educativa (LOMLOE) y con ella nuevos retos.
La nueva ley trae muchas novedades en horario, organización, terminología, competencias, perfil de salida, saberes básicos… un auténtico quebradero de cabeza y no nos queda más remedio que afrontarlo.
No voy a entrar en desgranar la ley, pues hay muchas páginas y compañeros que ya han hecho sus resúmenes y nos han ayudado a entenderla mejor.
Entonces, ¿de qué voy a hablar? de oportunidades.
La LOMLOE, desde el punto de vista de atención a la diversidad ofrece oportunidades reales de cambio en los centros educativos, pues acoge principios inclusivos. Probablemente no sea la panacea, pero sus planteamientos favorecen a la inclusión educativa.
Por ejemplo, en el artículo 19. Principios pedagógicos, nos dice que se pondrá especial interés en garantizar la inclusión educativa y la atención personalizada (personalización del aprendizaje), a las necesidades de aprendizaje y a la participación y convivencia. Es decir nos habla de la presencia y participación del alumnado, dos de los principios inclusivos.
En el preámbulo, en su página 9, añade que se ofrece una nueva redacción para la etapa de educación primaria y nos dice que se establecen los principios pedagógicos que orientarán las propuestas de los centros hacia el alumnado, señalando una vez más que las propuestas no deben perder de vista el principio de inclusión educativa.
Si nos centramos en el currículum de primaria, en el artículo 21, nos habla del Diseño Universal de Aprendizaje.
Estos son algunos ejemplos, del porqué me atrevo a decir que la LOMLOE es una oportunidad para cambiar miras y maneras de hacer.
Equidad, calidad educativa, cultura inclusiva de centro, participación de las familias, DUA, personalización del aprendizaje, colaboración docente, evaluación más inclusiva, situaciones de aprendizaje… Todo esto es caminar hacia la inclusión educativa.
La cuestión es, ¿estamos dispuestos a desaprender para aprender?, ¿a transformar realmente nuestras aulas y nuestras escuelas?